martes, 1 de septiembre de 2009

Se acabaron las velas y aparece el humo

Eso es lo que parecía ayer en el puerto de Cádiz, cuando los allí reunidos contemplaron una escena extraordinaria, un barco de la Marina Estadounidense arribaba a nuestras costas. Los lectores dirán que tiene eso de extraordinario, numerosos son los barcos que arriban a la Tacita de plata, pero en esta ocasión el barco no era ni un velero, ni una gamarra, ni galera, ni barco de remos, el navío iba propulsado por una maquina de vapor. Si tal y como lo han oído, el trayecto entre Lisboa y Cádiz, lo han resuelto en una tercera parte del tiempo normalmente empleado. Este invento, cuando se generalice nos acercará, con mayor rapidez, al lugar que elijamos como destino. El invento se debe a un ciudadano americano de nombre Robert Fulton.